jueves, 3 de marzo de 2011

90 céntimos.


      Sólo eran un bote de mayonesa y un par de tomates, así que me apuré y me metí en la cola de menos de 10 artículos. Tuve suerte, una señora delante mí y ya estaba pagando. Puse lo que quería comprar en la cinta y me decidí a sacar la cartera. Cuando levanté la cabeza, las manos de la cajera estaban devolviendo el cambio de la señora pero sus ojos se había envuelto en un viaje conmigo hasta el otro extremo de la galaxia y sabían que sólo tenían otra décima de segundo para volver a su puesto de trabajo.


- Buenos días.
- Buenos días.
- Son 2,10€.

El universo se plegó sobre si mismo al roce de sus manos para darme el cambio. Y un “gracias” cerró el encuentro de dos seres que estaban predestinados a un momento eterno, destinados a perderse en la inmensidad de unos segundos, para luego volver a sus vidas. 
No me acuerdo de la cajera, pero sí del otro extremo de la galaxia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario